lunes, 26 de abril de 2010

PELIGRA LA VIDA DEL SAHARAUI ALI SALEM TAMEK

Ya lleva 39 días en huelga de hambre y su salud se deteriora por momentos. Ali Salem Tamek, saharaui de 36 años, acusado de traición a la Patria y preso en la cárcel marroquí de Salé, pide un juicio justo o su libertad inmediata. Sin embargo, el tiempo se le acaba.


Fuente: GuinGuinBali

La protesta de los seis activistas saharauis de Derechos Humanos que el pasado 18 de marzo decidieron iniciar una huelga de hambre desde la cárcel marroquí de Salé en la que se encuentran presos está empezando a poner nerviosas a las autoridades marroquíes, que temen que, al igual que ocurrió en Cuba con el caso de la muerte del disidente Orlando Zapata, la comunidad internacional se replantee algunos de sus apoyos al reino alauí.

El tiempo pasa de manera inexorable y el correr de los días sin ingerir alimentos provoca que la salud de los seis encarcelados se deteriore rápidamente. Sin embargo, la peor parte se la está llevando Ali Salem Tamek, un histórico de la causa saharaui y de la defensa de los Derechos Humanos. Según fuentes próximas al activista, ha tenido que ser hospitalizado ya que sufre de serias complicaciones gastrointestinales y el asma que ya padecía se le ha empeorado.
Tamek nació en 1973 en la ciudad de Assa (sur de Marruecos). Ha sido encarcelado al menos en cinco ocasiones y ha protagonizado más de veinte huelgas de hambre en el pasado, lo cual le ha proporcionado una salud quebradiza, pero también una firme voluntad. Desde su entorno se asegura que ha perdido una decena de kilos, al igual que sus cinco compañeros de protesta, entre los que se encuentran Brahim Dahane, Ahmed Naciri, Yahdih Ettarouzzi, Rachid Sghayer y Saleh Lebaihi.

Los seis fueron detenidos junto a Dejga Lachgar, la única mujer del grupo, el pasado mes de octubre cuando regresaban de una visita a los campamentos de refugiados de Tinduf. Desde entonces se les conoce como el 'Grupo de los Siete o 'los Siete de Casablanca', ya que su arresto se produjo en el aeropuerto de esta ciudad marroquí. Se les acusa de alta traición y se enfrentan a un tribunal militar, por lo que incluso podrían ser condenados a penas de muerte.

Este caso ha despertado, una vez más y al igual que ocurriera con la huelga de hambre de Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote el pasado mes de diciembre, la solidaridad internacional. Así, las movilizaciones se han ido sucediendo en distintos lugares del mundo y con especial incidencia en localidades españolas, país en el que se han recogido ya más de 70.000 firmas solicitando la liberación de los activistas.

Sin embargo, lo peor para los intereses de Marruecos es que a esta protesta se ha sumado una treintena de presos saharauis retenidos en distintas cárceles a lo largo del país y del propio Sahara Occidental, con el objetivo de solidarizarse con los seis de Salé y para pedir mejoras en su situación carcelaria. Y al igual que ha ocurrido con Cuba, la comunidad internacional ya ha mostrado su preocupación.

NACIONES UNIDAS

Así, el pasado viernes, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, trasladó al presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz, en Nueva York su preocupación por la cuestión de los Derechos Humanos en los territorios ocupados, inquietud que ya había trasladado al enviado especial de la ONU para el Sahara Occidental, Christopher Ross.

Hace unos días, la hija de Ali Salem Tamek, llamada Thawra (Revolución), hizo un llamamiento público para pedir la liberación de su padre a través de una carta: "Mi padre, a quien amo, me trajo al mundo y me llamó Revolución para que esa palabra fuese la primera que yo oyese y a la que respondiese. Él quiso que yo fuese la semilla de una revolución que crece, que resiste, que permanece. Pero mi nombre no significa nada sin mi pueblo, porque mi pueblo es la revolución y la revolución, a mis ojos, es mi pueblo. Una está ligada al otro para dar amor, compasión, seguridad y paz porque, en este caso, la revolución no es sólo sangre y fuego, la revolución aquí es también la vida. ¡Papá, no dejaré de llamarte! No me cansaré de gritar ¡Liberad a mi padre! ¡Liberad a mi padre!".

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